EL CUMBIERO JOBITO HERNÁNDEZ, ALMA Y ALEGRÍA DEL CENTRO HISTÓRICO DEL PUERTO JAROCHO

VERACRUZ VER.

INFORMACIÓN Rubén Santos

En el fiestero puerto de Veracruz, en la esquina de Rayón y 5 de Mayo, la figura de Jobito Hernández Herrera destaca entre la multitud. Con 80 años, de estatura mediana y complexión delgada, este inquebrantable amante del baile sigue llenando las calles de alegría.

Cada mañana, desde las 10 hasta las 2 de la tarde, Jobito se convierte en el centro de atención al ritmo contagioso de la cumbia, animando a todos los transeúntes con su energía inagotable.

A pesar de su avanzada edad, Jobito mantiene un espíritu joven y una pasión por la vida que contagia a quienes lo rodean.

“Me puse para que la gente se anime, mujer y hombre por igual. La gente me dice que es muy bueno lo que estoy haciendo”, comenta con una sonrisa que refleja su satisfacción.

Originario de Mixtequilma, Jobito recuerda con nostalgia su infancia y juventud. Su padre, un hombre estricto y dedicado al campo, imponía una rutina ardua.

Sin embargo, después de cumplir con sus deberes en el campo, Jobito solía escaparse a los bailes para relajarse y disfrutar de la vida.

Esta pasión por el baile ha permanecido constante a lo largo de los años, a pesar de las múltiples ocupaciones y desafíos que enfrentó en su vida, incluyendo su paso por las fuerzas armadas y su trabajo en Tamsa.

Jobito se emociona al hablar de cómo la gente reconoce su esfuerzo y le recompensa con propinas que oscilan entre 300 y 500 pesos diarios.

Para él, estos pequeños gestos de gratitud son una prueba de que su dedicación vale la pena.

A pesar de su rutina diaria de bailar alrededor de seis horas, sus cuatro hijas han expresado preocupación por su delgadez, resultado de su intenso esfuerzo físico.

Sin embargo, Jobito no se deja desanimar. Para él, el mensaje a los jóvenes es claro:

“La edad no es un impedimento para ser feliz. Mientras hagas las cosas que te apasionan, siempre serás joven.”

Con su entusiasmo y amor por el baile, Jobito Hernández continúa demostrando que el espíritu joven y la pasión no tienen fecha de caducidad.